España se ha acomodado desde hace una semana en una desoladora meseta con un número de fallecimientos que no logra bajar del medio millar. Ayer se notificaron 523 muertes por coronavirus en las últimas 24 horas, 54 menos que el día anterior y ya suma un total de 18.579 víctimas, según el informe facilitado este miércoles por el Ministerio de Sanidad. Pese a que cada día que pasa se ve más lejano el pico de mortalidad –el pasado 1 de abril, con 950 muertes–, este estancamiento es una de las mayores preocupaciones del comité de expertos que asesora al Gobierno. La tasa de mortalidad se sitúa en estos momentos en el 10,45%, un porcentaje menor a los de Italia (12,96%) y Francia (15,18%), pero muy superior al de Alemania, que sigue instalado en el 2,6%, según sus cifras oficiales.

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Lo que sí ha variado de forma llamativa es el número de contagiados, que sufre un elevado repunte con 4.978 nuevos casos positivos en las últimas 24 horas, 1.933 más que en la jornada anterior. Este aumento se debe, explican desde Sanidad, a la distribución de millones de test rápidos entre las comunidades autónomas para detectar a los infectados asintomáticos, sobre todo a trabajadores que regresaban esta semana a sus puestos, y que hasta ahora no acudían a un centro hospitalario al no encontrarse mal. «A medida que se vayan haciendo más pruebas a la población se detectarán más casos porque no se realizaban pruebas a todo el mundo. Por eso el dato va a ser difícilmente interpretable durante al menos los próximos días», explicaba ayer el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.

Hasta ahora se realizaban unas 20.000 pruebas diarias, dependiendo del stock de material disponible (como hisopos o cebadores) pero, además de los test rápidos, también se han empezado a hacer otros de seroprevalencia. «Detectan a las personas que ya han desarrollado la inmunidad,

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