Uno de cada cuatro casos de epilepsia se manifiesta antes de los 12 años, asegura Ignacio Málaga, presidente de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), integrada en la Asociación Española de Pediatría (AEP). Un dato que los neuropediatras han querido recalcar este jueves 24 de mayo, Día Nacional de la Epilepsia. La buena noticia es que “entre un 70% y un 75% de los casos se consigue controlar gracias a un correcto diagnóstico y un correcto tratamiento”, añade. La crisis de la epilepsia más común, según explica, “es la que se acompaña de convulsiones, el niño pierde bruscamente el conocimiento y se producen sacudidas en todo el cuerpo; sin embargo, los expertos advierten que existen diversos tipos de epilepsias y de crisis, dependiendo de la zona del cerebro donde se localice la descarga”.

Según la Federación Española de Epilepsia, en España esta enfermedad afecta a unas 400.000 personas, de las que 29.000 son menores de 15 años. Este organismo indica que estos datos son una estimación, “ya que no existe un registro oficial”. “La epilepsia puede aparecer en cualquier momento de la infancia. A nivel global, es más frecuente en los primeros dos años de vida, y posteriormente su prevalencia va disminuyendo, siendo en la adolescencia menos frecuente”, sostiene el neuropediatra.

Según explica el experto, existen diversas causas, aunque en un porcentaje significativo de pacientes aún hoy por hoy no es posible determinar las mismas: “Dentro de las posibles etiologías están las epilepsias de origen genético (mutaciones en genes que hacen que las neuronas no funcionen correctamente), las secundarias a malformaciones del sistema nervioso central y, finalmente, las secundarias a lesiones «adquiridas» (traumatismos, infecciones, tumores o ACVs, por mencionar algunas de las más habituales aunque existen muchas más)”.

¿A qué debemos prestar atención los padres? El doctor Málaga asegura que “los síntomas ante los que debemos alertarnos y acudir al médico son la aparición de movimientos bruscos, repetitivos o poco habituales, así como periodos breves, segundos generalmente, de desconexión en los que el niño no responde a estímulos.

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