La capital provincial y volcánica de Goma asume, entre trajín y jabón, las miradas del mundo entero. Sobre ella pesa ahora la responsabilidad de frenar la propagación de la epidemia al resto del mundo y tanto los ciudadanos como los trabajadores sanitarios, gestionan la Emergencia de Salud Pública Internacional decretada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el esmero y la normalidad.

Goma: la ciudad que debe frenar un ébola descontrolado

Este nivel de alerta, el máximo, ha sido decretado en cuatro ocasiones anteriormente y la consecuencia esperada en esta epidemia es que aumente la implicación internacional en su erradicación: más financiación, más recursos humanos, más expertos… “Esperamos que esta decisión pueda permitir acabar más rápidamente con la epidemia, por la toma de conciencia a nivel internacional”, confía el responsable de Médicos sin Fronteras para el ébola en el Congo, Antoine Gauge, que gestiona in situ las operaciones. Aunque considera que la clave está, justamente, en la población. “Nos hemos dado cuenta de que la respuesta médica no es suficiente para responder a una epidemia de ébola”, afirma Gauge, “es fundamental que los pacientes y las comunidades sean actores del centro de la respuesta contra el ébola”. La epidemia, reitera, no está controlada.

En el mercado BDGL, Karaoke calienta la sartén mientras regaña a los compradores que hacen cola sin haber pasado por el grifo antes. “¡No quiero que el ébola se meta en mis creps!. Yo no vendo a nadie que no haya pasado por el control y se haya lavado las manos.” Samy, el zapatero, también colabora espontáneamente para concienciar. Como ellos, son muchos los que obedecen a John Mutima, quien, con el peto del ministerio y termómetro en mano, va midiendo la temperatura a la entrada del mercado mientras invita a pasar por el cloro.

En estos momentos solo hay un Centro de Tratamiento de Ébola (CTE) en Goma y está en pleno centro de la ciudad. No es un edifico aislado sino un departamento dentro del mismo del Hospital General, y hay solo 22 camas. Ahora, solo hay pacientes “sospechosos”,

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