“No soy capaz de convencerme de que un Dios benévolo y omnipotente haya creado con su diseño los icneumónidos con la intención expresa de que sus larvas se alimenten en el interior de los cuerpos vivos de las orugas”, escribe Charles Darwin en una carta al naturalista estadounidense Asa Gray. Darwin encontraba difícil conciliar la obra del Dios cristiano en el que hasta entonces había creído con su nueva visión de la naturaleza, en la que los organismos luchan por sobrevivir y reproducirse, y existen criaturas terribles como los icneumónidos, diminutas avispas del orden himenópteros con más de 600.000 especies distribuidas por todo el mundo.


Una avispa ‘Ammophila sabulosa’ arrastrando la oruga que acaba de paralizar para poner en ella sus huevos.ampliar foto
Una avispa ‘Ammophila sabulosa’ arrastrando la oruga que acaba de paralizar para poner en ella sus huevos. Paul Starosta Getty Images

En la Tierra viven 8,7 millones de especies. Y no todas son amistosas. Los parásitos son las formas de vida más exitosas y terroríficas de la Tierra. Y también uno de los motores de la evolución. Dan forma a los diferentes ecosistemas, y gracias a ellos (y en ocasiones también gracias a la viagra) disfrutamos del sexo, que en realidad no es más que un mecanismo de defensa: con la reproducción sexual, los organismos adquirieron la posibilidad de mezclar sus materiales genéticos, creando barreras de defensa, diferentes en cada individuo, que dificultan o impiden la colonización parasitaria.

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