Son cómodas y de efecto rápido. La fiebre del running, el empuje del entrenamiento de alta intensidad y la obsesión por las dietas han hecho de las barritas energéticas un recurso óptimo para recargar energía, mejorar el rendimiento y reponerse después de hacer ejercicio. Es lógico, son tremendamente cómodas y su efecto es claramente rápido. Pero, ¿y si la nutrición no es lo más importante y no son más que golosinas presentadas en un envoltorio saludable? ¿Qué necesidad de usarlas si no competimos a nivel profesional? Y lo más importante, ante una oferta cada vez más variada, ¿sabemos cuál nos conviene si al final decidimos apostar por este recurso alimenticio?

«Las barritas son una excelente fuente de carbohidratos, proteínas, grasas y fibra pero, mal utilizadas, pueden tener efectos indeseables que a veces pueden echar por tierra un entrenamiento o una competición», avanza Luis Roberto Vergara, médico internista de la Universidad de Barcelona especializado en medicina del deporte. Ya que su perfil de nutrientes es muy variable y las necesidades de cada deportista son únicas, su primera recomendación es valorar la composición nutricional, la velocidad de asimilación de los hidratos y los ingredientes funcionales añadidos, además de comprobar si presentan alérgenos y si son productos adecuados para veganos.

También hay que tener en cuenta algo que no aparece en la publicidad: pueden tener consecuencias inoportunas y desagradables, como flatulencias, calambres, hinchazón y malestar digestivo. Es cosa de la fibra. Colleen Tewksbury, investigadora de programas bariátricos en Penn Medicine y presidenta electa de la Academia de Nutrición y Dietética de Pensilvania, en Estados Unidos, achaca estos efectos a un exceso de este compuesto. «La fibra ralentiza la absorción del azúcar y el colesterol en el torrente sanguíneo, ayudando a mantener bajos los niveles de colesterol LDL y a estabilizar la glucosa. Es un buen aliado de la salud, pero su contenido en una barrita a veces es excesivo, de unos 12 o 15 gramos por porción», según ha declarado a la revista de salud Self. Para hacernos una idea,

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