Si analizamos la manera en que se está gestionando la crisis del coronavirus en el mundo, encontramos llamativas diferencias entre aquellos países liderados por mujeres y los que están dirigidos por hombres.

Aunque es pronto para sacar conclusiones definitivas, los expertos han señalado que las mujeres dirigentes tienen mejores habilidades de gestión en situaciones críticas como la de la COVID-19.

Veamos algún ejemplo. En Alemania, la canciller (y científica de formación) Angela Merkel ha evitado el confinamiento total y el colapso de los hospitales y ha ordenado la realización de dos millones de pruebas diagnósticas para detectar el virus de manera efectiva; en Nueva Zelanda, la primera ministra Jacinda Ardern ha informado de que, hasta la fecha, solo se han producido 19 muertes por la enfermedad; y en la isla de Taiwan, presidida por Tsai Ing-wen, solo se han registrado seis víctimas mortales y se han puesto en marcha más de 120 medidas sin llegar a restricciones absolutas.

La revista estadounidense Forbes ha analizado varios países dirigidos por mujeres (Islandia, Taiwan, Alemania, Nueva Zelanda, Noruega, Dinamarca y Finlandia), y ha llegado a la conclusión de que sus dirigentes han gestionado la crisis con empatía, prudencia y precaución, lejos de los rasgos de autoritarismo que hemos presenciado en otras partes del mundo.

El exceso de confianza masculina

Existen rigurosas investigaciones académicas que señalan que los hombres tienen más confianza en sí mismos que las mujeres. Es lo que en la teoría de la Economía del Comportamiento se conoce como sesgo de sobreconfianza, también estudiado en psicología.

¿Nos encontramos, entonces, ante una concentración de líderes masculinos que padecen dicho sesgo?

Esta característica produce en el individuo una seguridad excesiva en sus juicios, sin tener en cuenta la exactitud de éstos, lo que le impide prepararse adecuadamente y conduce a situaciones peligrosas.

Además, estas personas no son capaces de admitir que están en un error,

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