Mientras los principales países europeos han realizado un importante esfuerzo para aumentar sus servicios de cuidados paliativos, las unidades especializadas en minimizar el dolor físico y el sufrimiento emocional de los enfermos y de sus familias en la última etapa de la vida, España no ha puesto en marcha nuevos equipos en los últimos seis años e, incluso, cuenta con menos recursos en algunas comunidades autónomas.

El resultado es que, en la actualidad, la sanidad española tiene una oferta pública de cuidados paliativos muy inferior a la media europea y desde 2013 ha caído más de 20 puestos en el ‘ranking’ continental que mide los servicios y unidades especializadas por cada 100.000 habitantes, según el ‘Atlas de cuidados paliativos en Europa 2019’, el estudio de referencia internacional elaborado por el Programa Atlantes de la Universidad de Navarra.

España, en 2013, era el noveno país europeo con más servicios de cuidados paliativos en relación a su población y, de hecho, estaba entre el 25% mejor. A día de hoy, ocupa el puesto 31 de 49 estados y con 0,6 unidades especializadas por cada 100.000 habitantes -la media europea es de 0,8- se sitúa en el bloque de países que están entre el 50% y el 75% peor, con una ratio de servicios muy similar a la de Rumanía, Georgia, República Checa o Letonia.

La razón principal, según el coordinador del ‘Atlas’, Carlos Centeno, es que España cuenta con los mismos 260 servicios de hace seis años, cada vez más lejos de las dos unidades por cada 100.000 habitantes que consideran necesarias los especialistas, y que en Europa solo cumple a rajatabla la sanidad austriaca. «Mientras en nuestro entorno han avanzado, nosotros nos hemos estancado», señaló Centeno, que atribuye el empeoramiento a varias razones, pero de manera especial a «un problema de falta de voluntad política», porque las autoridades sanitarias «no priorizan» la adecuada atención a estos pacientes ni el aumento de recursos.

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