«Esto es una locura. No para de sonar el teléfono y estamos desbordados». Así se expresa Paloma Gómez, directora comercial de Productos Favesam, el principal distribuidor de mascarillas sanitarias de España a hospitales, farmacias y particulares. Esta empresa, situada en el pequeño pueblo de Portillo (Toledo), de apenas 2.200 habitantes, atiende a diario pedidos de cientos de miles de mascarillas desde que se extendió el miedo al coronavirus.

«Hemos pasado de importar mascarillas a China a tener que vendérselas a los chinos, que han paralizado entregas de varios contenedores que venían de camino porque están teniendo problemas para cubrir sus necesidades», explica la directora comercial de esta empresa que también distribuye gorros, batas y guantes sanitarios y que se ha visto obligada a reforzar su plantilla en las áreas de transporte y atención al cliente «porque el teléfono suena constantemente».

La competencia china

Paradójicamente, Productos Favesam fabricaba mascarillas -hoy únicamente las distribuye- hace dos décadas pero el negocio sólo funcionó cuatro años «porque no era rentable al no poder competir con los bajos precios de China», país del que desde entonces importa la mayor parte de este material. Como China ha marcado como prioridad abastecer primero a sus ciudadanos, esta empresa toledana ha tenido que recurrir a países como Alemania, Costa Rica, Chile o República Dominicana para hacerse con estas protecciones sanitarias «buscando como locos y pagando a precios disparados porque ahora quien tiene una mascarilla tiene oro, pero es lo que tenemos», apunta Cristina Gómez, responsable del Departamento de Importaciones de Productos Favesam, asombrada porque «antes vendíamos 100.000 mascarillas en medio año y ahora atendemos pedidos para vender 300.000 en dos minutos». Pero no sólo hospitales y farmacias demandan este producto sanitario. También «llaman particulares y estudiantes que van a viajar a Italia y quieren llevarse las cajas de 50 mascarillas», indica Paloma Gómez, que también atiende a «ciudadanos chinos que vienen aquí a la desesperada porque en las farmacias se agotan y quieren enviárselas a sus familiares».

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