Es innegable que en muchas películas los personajes que más impacto causan en el público son los villanos: personajes como Darth Vader o el Joker de Nolan fácilmente han quedado más grabados en la mente del público que los héroes a los que combaten, y son sólo dos ejemplos de muchos. Incluso, en años recientes han comenzado a aparecer retratos cinematográficos centrados exclusivamente en estas figuras, como una suerte de hagiografías en negativo.

Al margen de consideraciones puramente literarias (es posible que, de una décadas hasta ahora, nuestra cultura haya permitido más matices morales en los villanos que en los incorruptibles héroes), existe una razón psicológica por la que muchos se identifican con las encarnaciones ficticias del mal.

Más complejos que los héroes

Esta la conclusión que alcanza un estudio publicado en el medio especializado Cognition, que propone que tanto niños como adultos tienden a encontrar que los villanos poseen en el fondo cualidades positivas, más a menudo de lo que tienden a opinar que los héroes puedan tener cualidades negativas.

En las palabras de los autores, las personas perciben «un desajuste entre las conductas exteriores de los villanos y su ‘esencia verdadera e interna’, o su ‘verdadero yo’ y que esta brecha es mayor que la que existe en los héroes».

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