El coronavirus se está cebando con nuestros mayores, se está llevando a una generación que es parte de nuestra historia, que construyó, no sin esfuerzo, la España constitucional. Ya son casi 22.000 los muertos que deja la pandemia. No son una cifra, son legado. Y hoy despedirles se hace un mundo. Recorrer cualquier cementerio en estos días es la viva imagen de la tristeza y el abandono más absoluto del luto a un ser querido. El virus no sólo nos roba a nuestros familiares y amigos, también la posibilidad de llorarles.

Un operario de un tanatorio de Ciudad Real descarga furgones repletos de ataúdes trasladados desde Madrid. El colapso de los servicios funerarios en la Comunidad de Madrid, epicentro de la pandemia del coronavirus en España, forzó a las autoridades a trasladar cientos de miles de fallecidos a otras regiones para ser incinerados.

Un equipo de operarios traslada el cadáver de una víctima de Covid 19 a una cámara frigorífica de un tanatorio de Ciudad Real a la espera de que el cuerpo pueda ser incinerado.

Un equipo de operarios de un tanatorio de Ciudad Real prepara el cadáver de una víctima de Covid-19. Oficialmente en España existen más de 20.000 fallecidos por culpa del coronavirus. Sin embargo, tanatorios, funerarias y colectivos de médicos aseguran que el número real de fallecidos es muy superior al declarado por el Gobierno.

Un equipo de operarios de un tanatorio de Ciudad Real introduce el cadáver de una víctima de la Covid-19 en el horno crematorio.

Una familia atiende al entierro de su pariente víctima de la Covid-19 en un cementerio de la provincia de Ciudad Real. Las estrictas medidas de seguridad decretadas por el Gobierno de España para evitar la propagación de virus impiden que las familias puedan despedirse de sus seres queridos como les gustaría. Solo tres familiares por fallecido pueden estar presentes en el entierro.

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