Fundamentalmente, el insomnio infantil se trata de una alteración del sueño que afecta a entre el 20% y el 30% de la población infantil hasta la edad preescolar. Se caracteriza por la dificultad para conciliar el sueño de forma autónoma y por despertares nocturnos frecuentes durante la noche, con incapacidad para volver a dormirse sin ayuda externa. Asimismo, también se presenta en forma de resistencia por parte del niño para acostarse por la noche a la hora estipulada por sus padres o, en otras ocasiones, por una combinación de ambas circunstancias.
“El origen del insomnio infantil es multifactorial —factores biológicos, médicos, circadianos, de neurodesarrollo o conductuales— que actúan como factores predisponentes, precipitantes y perpetuantes que deben ser analizados y bien delimitados mediante un análisis funcional de la situación. En la mayoría de los casos las causas del insomnio infantil son de tipo comportamental y se establece entonces el diagnóstico preciso de ‘insomnio infantil de tipo conductual’”, afirma el experto en Medicina del Sueño por la Sociedad Europea de Investigaciones del Sueño (ESRS) y uno de los responsables de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia Quirónsalud, el psicólogo Francisco Segarra.
La literatura científica muestra el fuerte impacto del insomnio infantil en el niño, afectando a su nivel anímico, cognitivo y conductual, en su salud y en la calidad de vida.