Ayudar a tu madre a hacer tortitas cuando tenías tres años… montar en bici sin ruedines… tu primer beso… ¿Cómo conservamos recuerdos vívidos de acontecimientos de hace mucho tiempo? Investigadores de la Facultad de Medicina Albert Einstein (Estados Unidos) han encontrado la explicación.

«La capacidad de aprender nueva información y almacenarla durante largos periodos es una de las características más notables del cerebro. Hemos hecho un descubrimiento asombroso en ratones sobre la base molecular de la creación de esos recuerdos a largo plazo», ha explicado el doctor Robert H. Singer, coautor de la investigación, que se ha publicado en la revista científica ‘Neuron’.

Ya se conocían algunos aspectos de las bases celulares de la memoria. Son fabricadas por neuronas (células nerviosas) y almacenadas en una región del cerebro llamada hipocampo. Se forman cuando la estimulación neuronal repetida refuerza las sinapsis, es decir, las conexiones entre las células nerviosas. Se necesitan proteínas para estabilizar las conexiones sinápticas de larga duración necesarias para los recuerdos a largo plazo. Los planos de esas proteínas son moléculas de ARN mensajero (ARNm) que, a su vez, se transcriben (copian) a partir de genes asociados a la memoria.

«Lo paradójico es que se tarda mucho tiempo -varias horas- en formar una memoria duradera y, sin embargo, los ARNm y las proteínas asociadas a la fabricación de proteínas desaparecen en menos de una hora.

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