En ‘La dentadura’, relato de Emilia Pardo Bazán, recogido en El encaje roto. Antología de cuentos de violencia contra las mujeres (Cristina Patiño Eirín, ed.), Águeda se arranca los dientes para colocarse una dentadura postiza. Fausto le ha dicho que es guapa como una virgen de Murillo —yo desconfiaría—, pero sus paletas sobresalen demasiado. Águeda, dentona, acude a un dentista que no utiliza anestesia. En ‘Las medias rojas’ —de la misma recopilación—, Ildara es golpeada por su padre, pierde un diente, su sonrisa se destartala y se clausura la posibilidad de un futuro feliz. Stoker quintaesencia al vampiro en Drácula; Valeria Luiselli escribe Historia de mis dientes; Fernando Iwasaki, Neguijón; Poe, Berenice, y pronto saldrá Voz de vieja de Elisa Victoria, que se parte una paleta jugando al pollito inglés y transfiere un rasgo físico similar a su protagonista. Una Anais Nin de 12 años se autorretrata: “La boca grande, me río muy mal, y sonrío regular”. La sonrisa es importante para hombres y mujeres, pero los textos de Nin y Pardo Bazán subrayan la exigencia social de la sonrisa femenina relacionada con la seducción y el mandato de complacer. La amputación de Águeda remite a esa violencia quirúrgica que las mujeres nos autoinfligimos respondiendo a expectativas masculinas.

Los dientes son una parte hipersensible del cuerpo. Se pasan con el frío y el calor. Se carean. Se mueven de la encía y caen como un fruto en sueños de supuesta insatisfacción sexual. Lo dice el Reader’s Digest. Los dientes son fetiches. Trofeos caníbales y necrófilos. Los dientes de leche, que nos arrancamos rodeándolos con un hilo atado al picaporte de una puerta —ingeniería pura—, se conservan en cajitas. Vivimos experiencias dolorosas a través de nuestros dientes y con ellos hacemos daño: “No muerdas” es una prohibición fundacional de la infancia. Los dientes se erigen en símbolo paradójico de nuestro tiempo: sirven para encandilar, y los blanqueamos, cubrimos con carillas, los limamos y homogeneizamos para que todas las sonrisas recuerden al mismo collar de perlas.

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