Tendinitis, fascitis plantar, rotura de menisco y de fibras musculares…la amenaza de lesión acecha también a los corredores aficionados que, durante el confinamiento, pretenden a toda costa no perder por completo la forma física que tanto trabajo les costó alcanzar cuando poblaban los parques.

En su desesperación, muchos corredores exprimen su ingenio para, removiendo muebles y abriendo puertas, montar complicadas gymkanas en sus casas, recorriendo como autómatas pasillos, habitaciones y terrazas centenares de veces con severa torsión de rodillas y bloqueo de tobillos para adaptarse al insólito escenario.

Heroicidades tales como correr maratones en la terraza o el ironman casero solidario que se propone el triatleta alemán Jan Frodeno -residente en Girona-, son osadías que, profusamente publicitadas en las redes, fomentan un aventurerismo doméstico de insospechadas consecuencias físicas para sus practicantes.

El ironman, la modalidad más extrema del triatlón, consiste en nadar 4 kilómetros, recorrer 180 kilómetros en bicicleta y, de postre, meterse entre pecho y espalda un maratón, es decir, 42.195 metros. Todo ello, naturalmente, sin detenerse entre disciplinas. «Entre la aurora y el atardecer», precisa Frodeno.

El corredor popular no se para en barras cuando su forma física está en juego. ¡Confinamientos a mí!

El doctor Hernán Silván, osteópata y recuperador especialista en medicina deportiva, ha hecho recuento, para la revista CORREDOR, de los peligros a los que se exponen los intrépidos sorteando sillas y arcones, doblando pasillos en giros que se multiplican de forma exponencial en recorridos tan cortos y retorcidos.

«En primer lugar», apunta, «las lesiones articulares de rodilla y tobillo. En rodilla: meniscos, ligamentos cruzados y ligamentos laterales. En tobillo: ligamentos laterales y bloqueos articulares del tarso y metatarso».

«Luego están las lesiones tendinosas y fasciales como las tendinitis rotuliana y aquílea, y la fascitis plantar y, por último, las lesiones musculares por trabajo excéntrico y con frenado constante y repentino, en cuádriceps, isquiotibiales, glúteos, aductores, gemelos y cuadrado lumbar».

Eso, en personas habituadas a correr cuatro, cinco y hasta seis días por semana (el día de descanso es sagrado). Los destrozos en el delicado cuerpo de los principiantes pueden ser aún mayores.

La colección de secuelas indeseables no puede ser más completa, para los locos del running casero, pero la ansiedad produce monstruos. El confinamiento origina, inevitablemente, una importante pérdida de masa muscular que el corredor compulsivo no está dispuesto a tolerar.

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