Son muchas las personas que, aparentemente, se preguntan si es posible congelar un huevo (de gallina) crudo y que siga siendo comestible. Y, aunque se trata de una manera poco ortodoxa (por lo menos, según la tradición culinaria en España) de tratar este nutritivo alimento, lo cierto es que sí que es posible, aunque no debe hacerse de cualquier forma.

La razón de esto es principalmente sanitaria. El huevo es un alimento particularmente susceptible a infectarse por una serie de microorganismos especialmente dañinos para las personas, siendo quizás el más conocido la bacteria salmonela.

La salmonela se encuentra de manera natural en los intestinos de numerosas especies animales, incluyendo los humanos y las gallinas. Al ingerirla, produce un cuadro conocido como salmonelosis, una forma severa de gastroenteritis.

El riesgo de contaminación de los huevos por esta bacteria proviene fundamentalmente de la cáscara, que se impregna de salmonela porque, básicamente, sale de la gallina por el mismo orificio que las heces (la cloaca).

Se podría pensar que ese riesgo desaparece con la congelación, pero la verdad es que este método no termina con todos los microorganismos como normalmente pensamos. Por desgracia, la salmonela es de las que sobreviven a las temperaturas que alcanza un congelador doméstico.

Además, al congelar el huevo con la cáscara intacta,

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