Una dieta equilibrada y saludable es esencial para la prevención de enfermedades no transmisibles, como la diabetes, la hipertensión, la obesidad o los accidentes cerebrovasculares, entre otras. No obstante, como alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS), las dietas insalubres y la falta de actividad física entre la población son los principales factores de riesgo para la salud.

Una de las consecuencias de las crecientes tasas de obesidad y envejecimiento de la población en las últimas décadas es el incremento de la incidencia de enfermedad renal crónica, que actualmente afecta al 10% de la población mundial adulta. En este sentido, un equipo del Centro Español de Investigaciones Biomédicas en Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN) de la Universidad Rovira i Virgili (URV) ha comprobado cómo la dieta mediterránea hipocalórica combinada con el ejercicio físico diario contribuye a preservar la salud renal.

El equipo de investigación, dirigido por Jordi Salas, ha tratado de evidenciar si la pérdida de peso obtenida siguiendo este tipo de dieta, junto con el ejercicio físico, puede ser un enfoque eficaz para prevenir o revertir el deterioro de la función renal en las personas adultas.

A través de un trabajo colaborativo, publicado en la Revista Estadounidense de Nefrología,

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