Más del 5% de la población sufre de TOC, trastorno obsesivo – compulsivo (Nardone, 2015). De hecho, el exfutbolista David Beckham ha sido uno de los últimos rostros conocidos en desvelar que padece la enfermedad en uno de los adelantos de su documental. El deportista cuenta, en las imágenes, que mientras toda su familia se encuentra durmiendo, él aprovecha para poner la casa en orden, llevando a cabo una estricta rutina de limpieza por la que se «siente obligado a hacerlo». Además, en su momento, confesó que cuenta la ropa y que coloca las revistas y otros objetos en líneas rectas y patrones simétricos o pares.

Pero ¿qué entienden los profesionales por este trastorno obsesivo – compulsivo? Los pacientes diagnosticados de este trastorno tienen la necesidad irrefrenable de querer controlar su realidad. Realizan ciertas acciones o pensamientos ritualizados con el fin de reafirmar que tienen el control de lo que les puede suceder o les ha pasado ya.

Tengo las manos sucias, me las lavo para limpiarlas…

La mayoría de las veces el trastorno responde en un principio a una lógica: tengo las manos sucias, me las lavo para limpiarlas. No obstante, es la repetición exagerada la que convierte este trastorno en algo ilógico, disfuncional y limitante. Un ejemplo clásico sería: «Tengo miedo de infectarme de alguna bacteria (obsesión) así que me lavo las manos cada 10 minutos (compulsión)».

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