A las diez de la mañana de este jueves, la ciudad de Wuhan cerró sus puertas a cal y canto hasta nuevo aviso. Quienes trataban de entrar en esta gran urbe del centro de China tuvieron que dar media vuelta, y sus once millones de habitantes descubrieron que ya no hay forma de abandonar el epicentro de la epidemia del coronavirus 2019 nCoV, que ha provocado 25 muertos y que hasta este jueves ha infectado ya a casi 830 personas. El Ejército se encargó de que nadie entrase en la estación de tren, la Policía cruzó furgonetas en las carreteras de acceso, y el transporte público paró por completo. Es una iniciativa inédita en el gigante asiático, pero los expertos la consideran imprescindible para evitar la propagación de la infección.

Tan es así que por la tarde decidieron extender la medida a las cercanas ciudades de Huanggang y de Ezhou, situadas a unos 75 kilómetros, donde la cuarentena ha entrado en vigor en la pasada medianoche (17 horas de este jueves en la España peninsular). Así, en total son casi 21 millones de habitantes en la provincia de Hubei los que no pueden abandonar la ciudad en la que se encuentran, toda una contrariedad en plena Nochevieja lunar.

El nuevo coronavirus que se propaga por Asia pudo pasar de serpientes a humanos

Y, aunque el Gobierno ha tomado esta drástica decisión para proteger la salud de la mayoría de la población, las críticas arrecian por todos los frentes, sobre todo teniendo en cuenta que la última víctima mortal confirmada por las autoridades ha fallecido fuera de la ‘zona cero’. La Comisión de Salud de la provincia de Hebei, en el norte y límitrofe con Pekín, informó que un hombre de 80 años diagnosticado con el nuevo virus murió el miércoles.

Colas en hospitales

En Wuhan, los ciudadanos utilizaron las redes sociales para denunciar que los hospitales están desbordados, e hicieron viral un vídeo en el que se ve cómo una enfermera trata de poner orden en una larga cola de pacientes con poco éxito.

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