Los epidemiólogos coinciden en el mismo análisis sobre el virus del COVID-19: todavía no hemos llegado a la cumbre de casos. Seguirá habiendo casos durante los próximos meses, es inevitable, por lo que el objetivo es intentar que no se produzcan de golpe, dilatarlos en el tiempo. Que la curva de ascenso de la campana de Gauss -una gráfica de datos- sea lo más tendida posible. Achatar la campana. Y para conseguirlo son necesarias medidas tan drásticas como el cierre de los colegios públicos, los museos o los gimnasios públicos. «Pero la subida drástica de casos depende, además de las medidas que se toman como suspender eventos con grandes aforo, depende de la población y cómo lleven a cabo estas restricciones», explica el doctor Gabriel Reina, especialista en Microbiología y Parasitología de la Clínica Universidad de Navarra.

En un sentido similar se expresa el epidemiólogo del Imperial College de Londres, Roy Anderson, en un artículo publicado en ‘The Lancet’ donde afirma que si los Gobiernos -y sus ciudadanos- no toman las medidas oportunas, el 60% de la población mundial estará infectada en el peor de los escenarios posibles. ¿Cómo se puede evitar? Anderson y su equipo miran a China. «La cuarentena, el distanciamiento social y el aislamiento de las poblaciones infectadas pueden contener la epidemia», razonan en el artículo y definen como «alentadora para muchos países» la respuesta obtenida. Sin embargo, dudan que el ejemplo del gigante asiático y su particular sistema político pueda extrapolarse. «No está claro sin otros países pueden implementar estas medidas tan estrictas», indican los expertos.

El ejemplo chino

Entre las opciones que se han llevado a cabo para mitigar los efectos del coronavirus, Anderson considera que la mejor opción es el distanciamiento social. «Es probable que sea necesario, como pasó en China. Esta medida impide la transmisión», añade.

Calcula en un 60% la reducción de los contagios con medidas como mantenerse a más de un metro de distancia.

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