Un hombre chino de 44 años se convirtió ayer en Filipinas en la primera víctima mortal del nuevo coronavirus fuera de China. Según informaron las autoridades de la excolonia española, se trata de una persona que aterrizó en Manila el día 21 procedente de Wuhan, ciudad epicentro de la epidemia. Viajaba acompañado de una mujer china seis años menor que él que no ha desarrollado la enfermedad pero que continúa bajo observación.

Como consecuencia de este caso, Filipinas decidió sumarse a la docena de países que prohíben la entrada de viajeros procedentes de China, independientemente de su nacionalidad. La única excepción se hará con los propios filipinos residentes en el gigante asiático, que podrán retornar a su país solo si aceptan someterse a una cuarentena de 14 días, como la que se impone a los repatriados del resto de estados. «Teniendo en cuenta la información disponible y las recomendaciones de expertos sanitarios, el presidente -Rodrigo Duterte- ha aprobado la toma de esta medida de precaución para proteger a los filipinos», explicó el senador Christopher Go.

Mientras, en China continúa el crecimiento exponencial coronavirus 2019-nCoV. En total, 14.433 personas se habían contagiado hasta anoche, y 304 habían fallecido. Afortunadamente, ayer la cifra de quienes han superado esta neumonía atípica también aumentó y se situó, con 331, por encima de quienes han sucumbido a ella. No obstante, el Gobierno reconoció un dato preocupante: el coronavirus también se puede transmitir por vía digestiva, a través de las heces.

Alegría en la planta 17 del hospital Gómez Ulla

La prensa oficial china informó de que los médicos han encontrado ácido nucleico del virus en las deposiciones de los enfermos que solo sufren diarrea como síntoma de la infección. Además, advirtieron de que el frío no lo mata, y pidieron a la población que no salga a jugar con la nieve, como hicieron algunos en Pekín para celebrar la primera nevada del Año de la Rata.

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