El porcentaje de padres y cuidadores fumadores es alto en los hogares con niños que, debido a su exposición al humo del tabaco ambiental, presentan más infecciones respiratorias de las vías altas y bajas, así como consultas e ingresos hospitalarios respecto a los niños que viven en hogares sin fumadores. Así lo concluye un estudio publicado en Prevención del Tabaquismo, la revista del Área de Tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

El tabaquismo pasivo es la exposición de los no fumadores a los productos de la combustión del tabaco en espacios cerrados. «Los efectos de este se conocían desde 1928, pero no fue hasta 1970 cuando los científicos y los clínicos empezaron a mostrar interés ante los efectos del humo ambiental tras comprobarse, cada vez con más estudios, que resultan nocivos para la población y, en especial, para los niños, que son la población más vulnerable», explica la Dra. Eva de Higes, directora de la revista Prevención del Tabaquismo de SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica) y neumóloga del Hospital Fundación Alcorcón de Madrid.

Los hogares de fumadores presentan niveles de nicotina ambiental elevados. Los niños son más vulnerables por su menor superficie corporal y peso, unido al hecho de que un niño menor de 18 meses se encuentra entre el 60-80% del tiempo en casa. Se ha estimado que los niños de hogares fumadores recibirían una dosis de nicotina total anual equivalente a fumar 60-150 cigarrillos al año. Diferentes estudios han demostrado que la exposición al humo de tabaco ambiental (HAT) durante la infancia se asocia a un incremento del riesgo relativo de presentar infecciones agudas del tracto respiratorio, otorrinolaringológicas y asma.

Recogida de los datos

Para evaluar los efectos del tabaquismo pasivo en la infancia, en particular de los 0 a los 3 años, se ha realizado un estudio retrospectivo transversal en las consultas de pediatría de atención primaria del Centro de Salud Artilleros,

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