El salto del invierno a la primavera es el cambio estacional mas brusco que sufren los seres vivos cada año. Los relojes se adelantan una hora, los días se hacen mas largos, las temperaturas aumentan y todo ello provoca variaciones que alteran los ritmos biológicos y a los que el cuerpo se intenta aclimatar como puede.

Cuando surgen dificultades para adaptarse a estos cambios ambientales, utilizamos popularmente la denominación astenia primaveral, un trastorno que solemos reconocer, sobre todo, por una sensación de decaimiento físico y mental, somnolencia durante el día y desgana. Ante todo, hay que estar tranquilos, ya que no se trata de ninguna enfermedad sino de una situación transitoria que persiste habitualmente un par de semanas o algo mas hasta que el cuerpo se aclimata a las nuevas circunstancias.

Para conseguir esta ‘acomodación’ a la primavera el cuerpo humano empieza a consumir más energía – podría equipararse a salir de una hibernación- pero como al principio no llega a producir la suficiente para cubrir la nueva demanda se origina esa sensación de cansancio o ‘astenia primaveral’ que puede afectar de una manera más severa a un 10% de la población. Este 2020, además, la inmensa mayoría de las personas en España se han visto obligadas a vivir esta transición en pleno confinamiento lo que ha podido dificultar mas si cabe el proceso de cambio.

Como hemos comentado anteriormente una coincidencia en el tiempo de varios factores:

– El cambio de tiempo. Subida de las temperaturas y de la presión atmosférica.

– Aumento de las horas de luz diurna.

– El cambio horario (adelantar una hora).

– La modificación de la rutina diaria (horarios de sueño y de comidas, aumento del tiempo de ocio…) como consecuencia de las anteriores. En el caso del confinamiento, la alteración de las rutinas diarias que teníamos anteriormente a la cuarentena también podría afectar.

Si se presentan uno o varios de estos síntomas durante estos primeros días de primavera, lo más probable es que la astenia primaveral haya hecho acto de presencia:

Los expertos consideran que hay grupos de población más susceptibles de padecerla como los ancianos, los niños o aquellos que sufren alguna patología crónica como alergia o asma. Además, las mujeres con una sintomatología muy marcada de la menopausia o síndrome premenstrual podrían verse más afectadas también.

 » Más información en 20minutos.es