Estrenamos la piel sin ser conscientes de ello. La epidermis tiene su ritmo y cada, aproximadamente, tres semanas, la mudamos por completo. De ahí la metáfora poética de que nunca acariciamos dos veces a la misma persona. Su piel ha cambiado.

Los seres humanos no somos, habitualmente, conscientes de una serie de realidades en las que estamos inmersos. No pensamos, por ejemplo, que habitamos la superficie de un planeta que gira a gran velocidad mientras, al mismo tiempo, se desplaza por el espacio más rápido que cualquier cohete.

No reparamos en que nuestra sangre circula por cada latido, alimentando nuestras células y llevándose los productos de desecho. Ni, por supuesto, nos damos cuenta de que millones de células mueren en nuestro cuerpo y millones de células nuevas las reemplazan en un continuo drama y resurrección que nos mantiene vivos. Cada segundo morimos un poco y nacemos otro poco. Es un hermoso, sutil y delicado equilibrio que nos mantiene vivos.

Este rejuvenecimiento de los órganos se muestra de manera especialmente visual en la piel y sus anejos, como son las uñas y el cabello. Se considera que gran parte del polvo que hay en las superficies de un hogar familiar son células de descamación de sus miembros. De ahí que las modernas técnicas policiales de reconocimiento de ADN a las que tan acostumbrados nos tienen las series de televisión,

 » Leer más