El arsénico es un metal pesado que se origina como consecuencia de fenómenos naturales, como erupciones volcánicas o incendios, o por la actividad humana, esto es, por las emisiones del sector industrial o en la producción de energía a partir de combustibles fósiles, tal y como explican desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Por ello, este metal está en el medioambiente y puede ingresar en el organismo a través de la ingesta de agua y determinados alimentos. En este sentido, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha publicado recientemente un estudio recogido por la OCU que demuestra que el arroz, los cereales y el agua «son los alimentos que más contribuyen a la exposición al arsénico en la dieta».

En primer lugar, el arsénico puede presentarse de forma orgánica, que es la menos tóxica, o de forma inorgánica. El Centro Internacional de Investigaciones sobre Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) clasifica este último como cancerígeno para los seres humanos.

Como destaca la OCU, el arsénico inorgánico puede provocar efectos adversos en la salud y producir una intoxicación agua o crónica, cuyos síntomas son los siguientes:

Las nuevas recomendaciones de la EFSA sobre la exposición dietética crónica al arsénico inorgánico establecen los límites de ingesta máximos para evitar efectos perjudiciales para la salud.

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