La exposición a la luz solar directa o indirecta resulta esencial para mantener una buena salud, especialmente en los niños. Así aseguramos una adecuada producción de Vitamina D, que interviene en el desarrollo de los huesos y en la función del sistema inmune. Estudios recientes apuntan que es suficiente con 30 minutos de exposición semanal al sol de tarde en un 40% del cuerpo, para que se produzca la cantidad de vitamina D que los más pequeños necesitan. O también de al menos 10 min al día, sobre la cara, brazos y piernas.

Estas pautas pueden ser difíciles de cumplir en muchos casos durante la actual situación de confinamiento por la COVID-19. Además, se debe asegurar un buen aporte de pescado azul y lácteos para que, incluso en estos momentos, no sea preciso administrar suplementos.

Por otro lado, es importante respetar el ciclo día-noche, favoreciendo las actividades matutinas con el máximo de luz natural posible. El descanso nocturno conviene realizarlo en ambientes con mínimos de luz y ruido. Esto resulta esencial para que se regule el reloj biológico, especialmente en las primeras etapas de la vida.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los bebés necesitan un aprendizaje continuo. En esta etapa de la vida aprenden a comer, a moverse, a hablar y a relacionarse, además de formarse su personalidad. Por ello, es importante considerar todos estos aspectos para que se creen buenos hábitos de salud como comer solos, comportarse bien, o lavarse las manos o los dientes.

Quedándonos en casa por la alerta del coronavirus podemos caer en la tentación de relajarnos y que los niños permanezcan pasivos o con un aprendizaje mucho más ralentizado, aburridos. Incluso crear un ambiente de desorden con pautas descontroladas en el sueño, en los horarios de comidas, o incluso en la forma de ser del niño con episodios de impaciencia, irritabilidad o rabietas. Nada recomendable.

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