En tiempos recientes la salud mental, un aspecto del bienestar tradicionalmente descuidado por los sistemas sanitarios públicos, se ha situado en el centro del debate público. Y, a medida que crece la concienciación al respecto, se hace evidente el por qué: es una faceta de la persona cuya negligencia, a nivel individual y social, puede ser fatal.

Como es lógico, cuando pensamos en los daños provocados por una mala salud mental tendemos a visualizar las consecuencias más directas (lacras como el suicidio, la incapacidad por depresión…). Sin embargo, existe un volumen de investigación cada vez mayor que documenta otras complicaciones de los trastornos psicológicos y psiquiátricos, algunas de las cuales afectan directamente a la dimensión fisiológica de nuestro ser.

Hasta tres veces más riesgo de infarto e ictus

En este sentido, un reciente estudio publicado en la revista académica European Journal of Preventive Cardiology ha arrojado que las personas con edades comprendidas entre los 20 y los 40 años que sufren problemas de salud mental tienen hasta tres veces más riesgo de padecer problemas cardiovasculares (como infarto o ictus) que la población general.

Estas conclusiones se apoyan en el análisis de datos obtenidos de una cohorte de nada menos que seis millones de personas, lo que convierte la investigación en una de las mayores realizadas hasta la fecha.

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