Prácticamente desde que se inventaron las primeras televisiones, ha existido una cierta preocupación por los efectos que la exposición a las pantallas podría tener en los niños y en su desarrollo. En muchos casos, no obstante, la información al respecto ha sido de cuestionable validez científica y ha estado teñida de miedo y sensacionalismo.

El contenido y los problemas de conducta

En este sentido, quizás la principal preocupación a este respecto es que el contenido que los niños consumen en medios audiovisuales pueda provocar problemas comportamentales en los niños. La investigación en este sentido, no obstante, es poco concluyente.

Una revisión de la literatura sobre la materia publicada en el año 2017 en el medio académico Developmental Review, por ejemplo, concluye que la evidencia señala que los efectos de la exposición a la televisión en el comportamiento dependen en buena medida de factores como las características individuales del pequeño, de su familia o de su contexto social.

Así, mientras que algunos trabajos han observado efectos negativos tales como conductas hiperactivas o una disminución de las funciones ejecutivas, otros han encontrado que por el contrario el visionado de contenido educativo de calidad mejora el rendimiento escolar de muchos niños.

Problemas oculares y sedentarismo

Por el contrario, los impactos negativos más evidentes residen más bien en el modo en el que los niños consumen televisión.

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