El embarazo es un momento crucial en la vida de quienes lo afrontan, uno repleto de cambios en el cuerpo, en la rutina y en los hábitos. Y como tal es muy común que crezcan los niveles de ansiedad y de estrés, a menudo relacionados con el bienestar propio y el del feto.

Puede resultar desagradable, pero lo cierto es que la ansiedad y el estrés cumplen funciones importantes en nuestra vida, y por ello no debemos preocuparnos en exceso por ellos en todos los casos. Además, cuando realmente afecte negativamente a la calidad de vida, existen algunas estrategias que podemos poner en marcha para combatirlos.

Ansiedad, ¿Cuándo es un problema?

En condiciones normales, la ansiedad es adaptativa. Se trata de una respuesta emocional que permite que nuestro cuerpo se ponga en alerta y actúe de la mejor manera ante situaciones de amenaza, real y percibida. En el caso del embarazo, por ejemplo, un cierto estrés o ansiedad es lo que nos impulsa a tomar ciertas precauciones básicas que aseguran nuestro bienestar y el del futuro bebé.

El problema, en cambio, llega cuando la ansiedad es desproporcionada respecto a la situación desencadenante, causa un malestar significativo y afecta a la calidad de vida. Cuando se dan estas condiciones, no hablamos de ansiedad como tal sino más específicamente de trastornos de ansiedad.

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