El glucógeno es un polisacárido que se encarga de regular la reserva energética del organismo. El glucógeno muscular se encarga de almacenar los carbohidratos y se almacena principalmente en el hígado y en los músculos.

Por tanto, «el glucógeno es el combustible que está listo para ser usado en tus músculos, y empieza a usarse según el músculo comienza a trabajar, de ahí que sea tan importante en los entrenamientos», señalan en la web de Nutrisport.

Este sustrato de energía es clave durante el ejercicio porque actúa como regulador molecular capaz de adaptar el entrenamiento. Existen numerosos debates sobre cuál es la forma indicada para cada tipo de entrenamiento. Una de ellas es el entrenamiento de fuerza con disminución de glucógeno muscular.

Muchos deportistas utilizan métodos de entrenamiento en ayunas o con dietas altas en grasas y bajas en carbohidratos para regular el metabolismo y favorecer el rendimiento. Al practicar ejercicio en ayunas, el cuerpo recurre a los depósitos de grasa.

Este entrenamiento basado en hacer deporte con bajos niveles de glucógeno muscular consiste en reducir el consumo de carbohidratos antes, durante o después del ejercicio físico. De esta manera, se mejora la capacidad de utilización de las grasas como combustible energético, sobre todo en deportes de larga duración que requieren un mayor rendimiento y recuperación.

Sin embargo, no existe una evidencia rotunda sobre si este tipo de entrenamiento mejora la adaptación y el rendimiento físico. Además, hay que tener en cuenta la diferenciación entre deportistas que entrenan de forma regular y aquellos que lo hacen de manera periódica, ya que puede ser perjudicial para su salud.

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