Los amantes de la literatura sabrán que una de las 88 comidas que cita Cervantes en el Quijote, siendo Sancho quien la menciona como alimento para sustentar a los caballeros andantes es la algarroba, Juan Ramón Jiménez paró a Platero «junto al algarrobo que cierra la entrada al prado» y Azorín lo describió como el más sutil y modesto de los árboles. «Dice la cereza a la algarroba que ella era torcida y negra, y respondió la algarroba que ella se pudría pronto», escribió Raimundo Lulio en uno de sus proverbios, y razón no le falta; los más longevos pueden llegar a los 500 años. Mucho tiempo para disfrutar de una legumbre que, en un plano más prosaico, aspira a emular al chocolate.

Poco sabemos de esta legumbre muy típica de la zona del Mediterráneo, a pesar de que la ciencia la tiene en su punto de mira desde hace tiempo. La algarroba es uno de esos escasos productos en los que se puede aislar, en cantidades generosas, D-pinitol, un principio activo tradicionalmente conocido por sus efectos similares a la insulina y con un interés farmacológico singular. La investigación más reciente llega del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde un equipo liderado por José Ignacio López-Sánchez, Diego A. Moreno y Cristina García-Viguera ha encontrado las múltiples cualidades del D-pinitol de la algarroba.

Además de antidiabético, es antioxidante, ayuda a prevenir el cáncer, protege del estrés oxidativo a los tejidos hepático, renal y pancreático y su capacidad de fortalecer el sistema inmunológico y tratar enfermedades como la artritis reumatoide o la inflamación crónica es prometedora. Su poder antiinflamatorio ya quedó patente en una investigación del CSIC, de 2018, que habla del interés que ha despertado la algarroba en el estudio científico por su potencial frente a la inflamación y sus comorbilidades en el síndrome metabólico y como alternativa a los medicamentos disponibles, con limitada eficacia y numerosos efectos secundarios. El D-pinitol es también uno de los pocos compuestos capaces de imitar la restricción dietética como estrategia contra el envejecimiento, pero quizá lo más sorprendente para quien prueba la algarroba es el sabor de la pulpa contenida en las vainas,

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