Un nuevo estudio, publicado en ‘The BMJ’, que intenta arrojar luz sobre el riesgo de infección por SARS-CoV-2 y los resultados de la Covid-19 entre los adultos que vivían con y sin niños durante las dos primeras oleadas de la pandemia en el Reino Unido, no encuentra evidencias de un mayor riesgo en la primera ola, pero sí algunos aspectos a estudiar en la segunda.

El papel de los niños y adolescentes en la transmisión del SARS-CoV-2 aún es incierto. Alguna evidencia sugiere que son menos susceptibles a la infección porque contraen más resfriados por coronavirus estacionales cada año que los adultos.

Los adultos que viven con niños también tienen más «resfriados comunes» que los que no viven con niños y esto podría dar lugar a un menor riesgo de resultados graves de la infección por SARS-CoV-2. Por el contrario, vivir con niños puede generar mayores oportunidades de infección por SARS-CoV-2 y mayores riesgos para los adultos con los que viven.

Con el fin abordar esta incertidumbre, los investigadores estudiaron si el riesgo de infección y los resultados graves del virus diferían entre los adultos que vivían con y sin niños en edad escolar durante las dos primeras oleadas de la pandemia del Reino Unido. Para ello, se basaron en datos de atención primaria de doce millones de adultos (mayores de 18 años) vinculados a ingresos hospitalarios y de cuidados intensivos y registros de defunción en Inglaterra durante el primer ciclo (1 de febrero al 31 de agosto de 2020) y el segundo (1 de septiembre al 19 de diciembre de 2020).

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