En la segunda mitad del siglo XIV la incidencia de la peste negra aumentó el sentimiento antijudío en España. Los judíos fueron acusados de sembrar el contagio y comenzó una oleada de persecuciones seguida por las conversiones en masa y la acusación de judaizantes a los falsos conversos, de lo cual surgió la Inquisición. En el resto de Europa el antijudaísmo se reactivó con fuerza después de las epidemias de 1648. Más tarde, en un tiempo no muy lejano, volverá a resurgir en los totalitarismos del siglo XX. Precisamente este año se conmemora el 75º aniversario de la liberación de Auschwitz.

El miedo y las reacciones de rechazo son lugares comunes durante las epidemias desde antiguo. Lo explica Jean Delumeau en El miedo en Occidente (Taurus). El orden recurrente de los hechos sería el siguiente. Inicialmente, al aparecer el peligro, las autoridades rechazaban aceptarlo. Encargaban a los médicos el examen de casos sospechosos, y en general estos decretaban un diagnóstico tranquilizador. En caso contrario, eran apartados y se designaba a otros para continuar la investigación (hoy como ayer). A continuación, ante la innegable evidencia, se desataba el pánico y sobrevenía el gran miedo. Las ciudades sitiadas por la enfermedad veían desintegrarse los marcos de solidaridad familiares y sociales, “el hermano desamparaba al hermano, el tío al sobrino… y el padre y la madre huían de los hijos tocados de aquella dolencia”, relata Boccaccio. La insostenibilidad de un estado de angustia permanente se resolvía desviando el temor hacia un enemigo, el chivo expiatorio, depositario de la ira colectiva, lo que permitía concretar y conjurar el miedo. Encontrar las causas del mal permite crear un marco de seguridad y establecer unas directrices para su remedio. Los potenciales culpables eran principalmente los extranjeros, viajeros, y aquellos que no estaban perfectamente integrados en la comunidad.

La rápida difusión del coronavirus surgido en la ciudad china de Wuhan ha desencadenado en las recientes semanas una oleada global de sinofobia. Las causas conjugan diversos factores, desde el miedo racional a contagiarse de una enfermedad sin cura, hasta el crudo racismo,

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