Cuántas veces habremos oído o incluso pronunciado aquello de ‘cuando sea padre no voy a cometer los mismos errores que los míos cometieron conmigo’. Sin embargo, huir de ello no es tan sencillo ya que está demostrado que una parte de nuestro cerebro está condicionado por lo que recibió y absorbió durante sus primeros años. No hay posible escapatoria… la propia infancia y la manera en que nuestros progenitores actuaron con nosotros influye e influirá en los padres que somos o seremos.

A ello ha dedicado un interesantísimo libro la psicóloga y psicoterapeuta Beatriz Cazurro: Los niños que fuimos, los padres que seremos (Planeta, 2022). En él, además, arroja por tierra falsas creencias entorno a la supuesta vida idílica de los niños -que ‘no se enteran’ o ‘no tienen problemas’ son dos de las más frecuentes- y afirma con rotundidad que debemos darle el protagonismo que se merecen porque “son personas, sienten, desean, sufren… Es necesario que les demos la importancia que tienen y les escuchemos con empatía”.

Cuando podemos ir atrás y nos damos cuenta de cómo ha sido nuestra infancia… nos sale resulta más fácil traducir a nuestros hijos porque tenemos el lenguaje
Hay que decir muy claro que cuando utilizamos a un niño para cubrir nuestras necesidades o carencias es un abuso
Hay una resistencia social a reconocer que muchas veces nos sentimos desencantados con la paternidad o maternidad
Las violencias invisibles hacen exactamente el mismo daño en el niño que la violencia física
La dificultad para decir que no,  » Leer más