La situación se enquistó entre las autoridades educativas y los profesores en Israel. Era el año 2000. Estos últimos querían tener unas mejores condiciones laborales en los colegios públicos. No llegaron a un acuerdo y los maestros decidieron que iban a la huelga. Una decisión que provocó que se cerrasen los colegios. Si no había enseñantes, no tenía sentido que los alumnos acudieran a las clases.

En paralelo, el país sufría una epidemia de gripe estacional que obligó al sistema de salud del país mediterráneo a un esfuerzo extraordinario. Años después, se analizaron las cifras de cómo había afectado el virus a la población. Y descubrieron que se había producido un frenazo en el aumento de los casos de gripe en el país. ¿El motivo? Los niños. «Son los amplificadores de la enfermedad. Cuando un niño coge algo en el colegio, se lo lleva a casa y cae toda la familia enferma», resume de forma gráfica Juan Ayllón Barasoain, virólogo y director del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Burgos. Visto de otro modo, si se cierran los colegios por una epidemia, se corta de forma momentánea ese hilo de nuevos casos. Se evita, como explican de forma gráfica los epidemiólogos, que se tengan que tratar mil casos en un solo día y pasan a ser mil casos en una semana. Eso da un respiro al sistema sanitario, estresado en situaciones similares por la propagación de un virus.

LA CIFRA:

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son los pasos que según el Colegio Oficial de Psicología de Madrid hay que dar para informar a los niños de hasta diez años. Acudir a fuentes oficiales y buscar información contrastada por expertos, preguntarles qué saben sobre el tema y aclararles las dudas.

Este caso israelí, y pandemias como la de 1918 -la mal llamada gripe española- o la de 1957 -la gripe asiática-, fueron analizados por científicos del Imperial College de Londres.

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