Tras casi dos semanas de polémica por la calidad de los test que se habían adquirido, el proyecto del Ministerio de Sanidad para desarrollar un muestreo epidemiológico de la población española echa a andar. Y lo hace utilizando unas pruebas rápidas de sangre que sólo requieren que el paciente se haga una punción en el dedo y que ofrecen resultados en diez minutos.

Estos test «no son perfectos» (en palabras del responsable de Emergencias, Fernando Simón) porque necesitan que el paciente haya contraído el virus por lo menos cinco días antes de que se realice la prueba. Si no, los resultados son muy poco fiables. Pero en cambio, «son muy útiles para ayudarnos a conocer la situación de los sanitarios que puedan tener la enfermedad, para utilizarlos en residencias y para realizar estudios de seroprevalencia (manifestación general de una enfermedad en un grupo medida con análisis de sangre) que permitan conocer la magnitud verdadera del número de españoles asintómaticos, que según las estimaciones, son muchos más que los que han tenido síntomas y muchos más que los que han ingresado en hospitales», explica el jefe del servicio de Infecciosos del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), José Miguel Cisneros.

Las pruebas rápidas del Ministerio de Sanidad miden dos tipos de anticuerpos que el organismo de una persona contagiada desarrolla para defenderse del virus. Son las inmunoglobulinas IGG y las inmunoglobulinas IGM. Las IGM comienzan a aparecer cuatro días después de la infección y en el séptimo día, dan un 60 o 70% de casos positivos. Cuando pasan las jornadas, el nivel de las IGM empieza a descender y las sustituyen las IGG, de modo que a los 14 días de la infección, la fiabilidad de las pruebas es del 100%.

Cisneros recuerda que la prueba PCR (reacción en cadena de polimerasa),

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