Las alergias son una condición tremendamente común. Más de un tercio de las personas en el mundo presentan algún tipo de reacción alérgica a alguna sustancia, aunque normalmente en forma de cuadros relativamente leves.

Sin embargo, en algunos casos extremos, las alergias pueden dar lugar a complicaciones mucho más serias. La más grave de estas manifestaciones es lo que llamamos un shock anafiláctico.

La anafilaxia, de la que proviene el nombre de shock anafiláctico, es una reacción inmunitaria severa, generalizada y potencialmente mortal ante el contacto con un alérgeno.

Es decir, es el propio cuerpo el que reacciona contra la sustancia y causa la anafilaxia. Esta sensibilidad, en muchos casos, se da tras una exposición previa al alérgeno, en la que el cuerpo desarrolló defensas contra él.

Mientras que las reacciones alérgicas más típicas suelen afectar sólo a la zona del cuerpo que ha estado en contacto con el alérgeno, en el caso de shock anafiláctico la reacción es generalizada, hay afectación cardiovascular y, además, los síntomas aparecen en cuestión de minutos y de forma muy llamativa.

Cabe señalar que, aunque en principio cualquier alérgeno puede causar un shock anafiláctico en cualquier persona lo bastante sensible, lo habitual es que aparezca en alergias medicamentosas, alimentarias o a las picaduras de animales (especialmente himenópteros como las avispas) y es muy raro en alergias al polen,

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