Aproximadamente, tres de cada mil niños que nacen en España tienen algún grado de hipoacusia, es decir, la incapacidad total o parcial de oír. Las hipoacusias pueden ser desde leves hasta profundas -lo que conocemos como sordera-, pero incluso las más leves pueden afectar a su calidad de vida y a su aprendizaje, por eso, detectar cualquier problema de audición es muy importante para que su desarrollo sea óptimo.Las causas son múltiples, pero la mayoría son congénitas, es decir, que se producen antes de nacer. Según Sergio Álvarez, experto en audiología de Oticon, “la pérdida auditiva congénita, puede ser genética o no genética. Las genéticas, que representan más o menos la mitad, se debe a genes alterados. Si no es genética, podría deberse a enfermedades, traumas o infecciones que se sufren las madres durante el embarazo o al nacer”. Las más frecuentes son rubeola, toxoplasma, citomegalovirus o la prematuridad, cuando los bebés nacen con menos de 1.500 gramos de peso.También las otitis pueden provocar pérdida de audición durante un tiempo. “Es muy frecuente en niño pequeños, sobre todo en invierno. Entre las que deberíamos prestar especial atención están las otitis serosas, que producen una acumulación de líquido dentro del oído que hace que la trasmisión del sonido no sea buena y produce pérdidas en los niños. Estas otitis, aunque no producen daños irreversibles, hay que atajarlas rápido, porque si durante el desarrollo, el niño está unos meses son escuchar bien y esto le produce un retraso en el lenguaje, uno retraso en el colegio porque no se entera bien de las cosas… Una vez tratada, no hay ningún problema”, advierte Álvarez.Los problemas de audición se detectan muy rápido a través de pruebas clínicas, que pueden realizarse incluso antes de los tres meses de edad, como las otoemisiones acústicas (OEA) y los potenciales evocados automáticos (PEATCa), pruebas de cribado que sirven para examinar funcionamiento del oído interno y algunas enfermedades congénitas. También la audiometría, que se lleva a cabo en niños de distintas edades.Pero para llevar a cabo antes hay que tener sospechas de que hay un problema de audición. Sergio Álvarez nos advierte sobre algunos de los signos de alerta, “Depende la etapa en que nos encontremos. Por ejemplo, en bebés, de entre 6 y 8 meses, lo normal es que los niños cuando escuchen un ruido es que muevan la cabeza, hagan algún gesto con la cara, aparece el balbuceo… En el caso de que un niño tenga pérdida,

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