Sanidad insiste en que la pandemia continúa bajo control y que sigue sin haber contagios comunitarios que enciendan las alertas, pero son ya casi dos semanas de registros negativos sobre infecciones y los rebrotes, que hoy alcanzaron los 67, no paran de crecer. Las estadísticas, también este viernes, fueron machaconas, y se empeñaron en apuntar que el virus se está propagando a mucha más velocidad que a mitad de junio, cuando la epidemia tocó su suelo.

Y ya no es solo es que España haya superado esta semana el cuarto de millón de casos diagnosticados (exactamente 250.545) o que el número de nuevos infectados en las ultimas horas haya repuntado a 174 casos, frente a los 134 del jueves o frente a los menos de 50 que se registraban hace dos semanas. No es solo eso. Es que todos los indicadores que sirven para medir la evolución del virus han empeorado durante esta semana, tanto casi como la semana anterior, aunque Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, aseguró el jueves que la situación en España es «realmente buena» y que estos picos se deben a que la capacidad de detección es mucho más alta porque se realizan muchos más test.

Pero las tablas del departamento que dirige Salvador Illa no fueron tan optimistas como Simón. Según los epidemiólogos, el marcador más preocupante es el «deterioro evidente» del número de casos con fecha de inicio de síntomas en los últimos siete días, el ‘fiel’ al que todos los expertos miran. Esa cifra alcanzó hoy los 352 diagnósticos cuando hace solo medio mes, el jueves 18 de junio, se situó en mucho menos de la mitad, exactamente en 143 diagnosticados. Hay que remontarse al mes de mayo para encontrar unas cifras tan altas en en este parámetro.

La ‘incidencia acumulada’, el número de casos diagnosticados cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días,

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