Muchos padres acuden a consulta preocupados cuando descubren un extraño bulto bajo la mandíbula, en el cuello, en las axilas o en las ingles de sus hijos. Pero, y aunque nunca está de más consultar con el médico cualquier cosa extraña, la mayoría de las veces este fenómeno se trata de algo muy común y sin consecuencias importantes: un ganglio linfático inflamado.

¿Por qué se inflaman los ganglios linfáticos?

Los ganglios linfáticos son unos pequeños órganos con forma de haba que pertenecen al sistema linfático. Se reparten en gran número por muchas áreas del cuerpo (mayormente, el cuello, el pecho, las axilas, y las ingles) y actúan, a grosso modo, como almacenes de linfocitos (un tipo de célula inmune). Es decir, se trata de unos órganos que cumplen una función vital dentro del sistema inmune.

De hecho, entender esto es clave para entender porque se produce la linfadenopatía (nombre técnico de la inflamación de los ganglios linfáticos). Y es que, cuando se produce una infección, los linfocitos que se encuentran en los ganglios linfáticos (normalmente, en los más cercanos al área afectada) comienzan a multiplicarse para hacer frente al patógeno. Por este motivo, no es raro que el ganglio aumente de tamaño incluso a escalas perceptibles desde el exterior.

Es decir, que en la inmensa mayoría de los casos la linfadenopatía es síntoma de que el cuerpo está luchando contra una infección.

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