Imagina que estás en el supermercado y, de repente, te excitas y tienes un orgasmo, puede que incluso dos seguidos. Es posible que te ocurra lo mismo en una entrevista de trabajo o en cualquier otro momento inesperado. A esto se le conoce como el síndrome de la excitación sexual persistente.

Al principio, puede resultar curioso y divertido. Sin embargo, cuando el síndrome de la excitación sexual persistente se convierte en algo habitual, empieza a ser problemático. La situación no mejora debido al desconocimiento que hay sobre este síndrome que puede provocar frustración y mucha vergüenza.

El síndrome de la excitación sexual persistente es todavía desconocido, ya que existen muy pocos casos en el mundo. El Manual MSD lo define como «una excitación genital no deseada, intensa y espontánea» que aparece «sin ningún deseo sexual o excitación subjetiva».

Las sensaciones de excitación pueden persistir durante horas o, incluso, días. Estas provocan una sensación de placer que puede llevar a varios orgasmos que se pueden producir en cualquier momento. Esto genera angustia, sensación de falta de control y vergüenza por no saber cómo evitarlo.

Debido a esta sobreestimulación, es normal que las personas con este síndrome en lugar de sentir placer lo que sientan sea dolor. Por esta razón, lejos de ser una ventaja, se convierte en un problema que afecta a la calidad de vida.

Los síntomas del síndrome de excitación sexual persistente suelen ser una sensación de hormigueo y palpitaciones en la región genital que desencadenan la respuesta sexual que llevará al orgasmo.

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