Aunque se tiende a pensar que la desconexión total del trabajo solo es posible durante las vacaciones de verano o periodos más bien largos, conviene aplicar este principio, como si fuese un dogma de fe, los 365 días al año por muy difícil que parezca.

No solo es perfectamente factible encontrar decenas de motivos y placeres en nuestro día a día para evadirse al salir de la oficina o puesto de trabajo sino que los especialistas advierten, además, de las negativas consecuencias que puede acarrear no tomarnos en serio esta decisión. Estas son algunas de las más preocupantes:

Los expertos sugieren que la clave de la felicidad se encuentra en el equilibrio entre vida personal y laboral. En ningún caso, volcarse en el trabajo va a llenar las carencias de no cultivar los afectos y las relaciones. Por muchas satisfacciones que nos dé lo laboral, focalizar la vida entera en ello solo puede traer, a la larga, una sensación de vacío y soledad.

No aprender a desconectar no solo acarrea insatisfacciones a nivel personal sino que ésta acabarán extendiéndose como un virus y afectando a nuestra pareja, hijos, familiares y/o amigos. Convivir con alguien que vive pendiente del trabajo y al que apenas se ve no resulta plato de buen gusto para nadie.

Vivir en un constante estado de alerta con el trabajo y de agobio por las tareas pendientes puede acarrear problemas de estrés, ansiedad e, incluso, depresión. Además, este malestar por no saber desconectar (aun no siendo consciente de ello) suele repercutir en el estado de ánimo manifestándose en forma de irritabilidad y mal humor.

Si no se cortan las ligaduras con el trabajo de día, acabará por pasar también factura de noche. Las preocupaciones aflorarán con ‘nocturnidad y alevosía’ perjudicando el descanso de calidad.

Antes o después el cuerpo manifestará los síntomas de este estado de tensión constante en forma de dolores de cuello y de espalda, cefaleas, trastornos digestivos, aumento de la tensión arterial e, incluso, cardiopatías.

Teniendo todo lo anterior en cuenta y si ya hay un firme propósito de afrontar el cambio, ¿cuáles serían las claves para lograr la desconexión?

O lo que es lo mismo, exprimir al máximo la jornada laboral. Ser puntuales, concentrarse en el trabajo y adelantar al máximo las tareas crearán una sensación de satisfacción que ayudarán a liberarse de todo ello cuando llegue la hora de salida.

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