El nuevo ministro de Sanidad ha sido uno de los principales urdidores del acuerdo de investidura de Pedro Sánchez entre el PSOE y Esquerra Republicana. Salvador Illa asumirá la cartera tras una dilatada experiencia en el sector público, donde muchas voces elogian su labor, aunque nunca ha estado directamente vinculado al ámbito sanitario. Quienes han trabajado con él le describen como discreto, infatigable, eficaz, que huye del personalismo, de buen talante, pero también firme cuando toca serlo. «Es hipermadrugador, cada día lleva una lista de tareas en el bolsillo y no para hasta que las ha acabado», explica alguien que le conoce bien.
Nacido en La Roca del Vallès (Barcelona) en 1966 y casado, es licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona y Máster en Dirección y Gestión de Empresas por el IESE (Universidad de Navarra). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en el sector público y en la actividad política. Fue alcalde de La Roca del Vallès desde 1995 hasta 2005. «Es un gran negociador y nunca pierde los nervios», explica un compañero de partido que ha participado con él en diferentes negociaciones.
Además de negociar en los últimos meses con ERC, en el Ayuntamiento de Barcelona fue uno de los socialistas que durante el pasado mes de junio trabaron la alianza de gobierno con la alcaldesa Ada Colau. Antes, en el mandato pasado, fue el jefe de gabinete de Jaume Collboni durante el año que los socialistas formaron parte del gobierno con los comunes.
Entró en política de la mano de Romà Planas, quien fuera secretario personal del expresidente catalán Josep Tarradellas. Planas fichó a Illa como número dos de su candidatura a la alcaldía de La Roca del Vallès. Meses después de ganar las elecciones, la muerte súbita de Planas llevó a Illa a la alcaldía de su población, cargo que posteriormente revalidó con mayoría absoluta. Durante su mandato se cerró la operación urbanística para abrir el outlet de La Roca Village, que cada año visitan unos cuatro millones de personas.