Raquel Sastre es cómica, profesión que dejó en un segundo plano cuando se enteró de que su hija Emma, que ahora tiene casi cinco años, padecía el síndrome de síndrome de Phelan-Mcdermid, una enfermedad genética que le produce, entre otras cosas, trastorno del espectro autista (TEA). Desde entonces se ha volcado en su labor divulgativa, sobre todo para poner en valor la importancia de la atención temprana, algo que pone de manifiesto también en su último libro, Risas al punto de sal. En él, de un modo muy gráfico y con el toque de ‘humor divulgativo’ que le caracteriza, nos muestra cómo es el día a día, con sus luces y sus sombras, de una persona con autismo y su familia.

En Risas al punto de sal cuenta su experiencia como madre de una niña con discapacidad, con TEA. ¿Cómo se le ocurrió aventurarte en algo así?

Pues la verdad es que no fue idea mía, no es un libro que a mí se me hubiese ocurrido escribir, pero llamaron de Planeta y me dijeron que les gustaba la divulgación con humor que hacía y que de ahí podía salir un libro… ¡y a Planeta -y a un donut- no se le puede decir que no!

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