La intolerancia a la fructosa se produce cuando nuestro organismo no es capaz de absorber, o lo hace solo en parte, la fructosa, sustancia que se encuentra en mayor en menos medida en la mayoría de las frutas y las verduras. Esta intolerancia provoca síntomas como gases, dolor, distensión abdominal e incluso náuseas y vómitos, síntomas que se producen por la interacción de este azúcar simple con la microbiota de nuestro intestino grueso.

¿Intolerancia hereditaria o malabsorción?

Antes de hablar de intolerancia a la fructosa y de su relación con la microbiota intestinal, tenemos que diferenciar la intolerancia a la fructosa de carácter hereditario de la malabsorción, cuyos orígenes son muy distintos.

Intolerancia hereditaria a la fructosa (IHF). Es una enfermedad donde la enzima Aldolasa b, que degrada y metaboliza la fructosa en hígado, intestino y riñones, no funciona de forma adecuada debido a un problema genético, que se hereda de padres a hijos. Afecta a una de cada 20 mil personas y se considera una enfermedad rara. Dado su carácter genético, aparece en cuanto el bebé empieza a comer frutas y verduras y permanece toda la vida. Los síntomas son náuseas, vómitos, sudoración, letargia, alteración hepática aguda, hipoglucemia, etc. Se trata de una afección grave que puede comprometer el crecimiento y desarrollo del niño si no se detecta a tiempo.

 » Leer más