El Gobierno británico ha decidido seguir una estrategia en cuatro fases para detener el avance del coronavirus.

La primera fase, similar a la del resto de países, fue la de contención, aislando a los primeros casos, buscar a los contactos y mantener su cuarentena.

La segunda fase, denominada de retardo, es la que es radicalmente diferente a la del resto de países y a las recomendaciones de la OMS. Consiste en proteger a los más vulnerables (ancianos y enfermos crónicos) pero dejar que el coronavirus se propague por el resto de la población. El objetivo de esta segunda fase es que se infecte un número suficiente de personas como para adquirir inmunidad de rebaño.

Qué significa

La inmunidad de rebaño, también conocida como inmunidad colectiva o de grupo, se da cuando un número suficiente de individuos están protegidos frente a una determinada infección y actúan como cortafuegos impidiendo que el agente alcance a los que no están protegidos.

Generalmente este tipo de protección se busca a través de la vacunación. Pero en el caso de la infección por coronavirus, al no disponer de vacunas, la esperanza es que con el tiempo llegue a haber tantos individuos que ya han superado la infección (de forma clínica o subclínica) que el virus no encuentre fácilmente personas susceptibles a las que infectar, por lo que se cortaría la transmisión.

En el caso de SARS-CoV-2 se ha calculado que esta inmunidad de rebaño surge cuando más del 70 % de las personas están protegidas. Uno de los factores que afectan a este valor es el R. (número reproductivo básico), que estima a cuántas personas puede transmitir un individuo infectado un determinado agente.

Los R. más altos son los del sarampión y el de la tos ferina, entre 12 y 18. Esto implica que más personas tienen que estar protegidas (cerca del 94 %,

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