El confinamiento ha provocado un cambio total en la valoración que antes daba la sociedad a la normalidad. Por ejemplo, la libertad de movimientos se tenía asumida como imperdible, o se daba otro sentido a lo que es la casa. «Para muchas personas, el hogar es un lugar seguro, y para otras una cárcel», explica Natalia Pedrajas, directora de Psicólog@s en Casa (PEC). Una plataforma, formada por 400 profesionales, que ha atendido más de 900 casos durante estos dos meses de estado de alarma.

-Los motivos de sus consultas, ¿son muy parecidos durante esta pandemia que antes de su comienzo?

-Lo primero que nos hemos encontrado es que los motivos de consulta más acusados eran los de antes: ansiedad y depresión. Esto fue el primer impacto. Sin embargo, a raíz de la evolución de la pandemia lo que han aumentado son las consultas de duelos, de fallecimientos de amigos y familiares, y también los problemas de parejas. ¿Qué ha pasado? El confinamiento lo que ha hecho es que nos miremos todos los días al espejo del hogar que hemos creado. Antes nos podíamos escapar de ese hogar porque podíamos trabajar o salir fuera pero ahora estamos recluidos en él. Para unas personas es un elemento seguro y para otras una cárcel. Esta situación ha sido un superamplificador de los problemas ya latentes.

-¿Cómo ha evolucionado la sociedad durante este tiempo?

-Hemos visto que la novena semana de confinamiento ha sido muy importante, porque la gente ha tomado conciencia de cuánto tiempo llevamos así. Cambia la perspectiva. Si al principio te planteas que son quince días de confinamiento, pues dices ‘no es tanto’. En cambio, si entonces te dicen que son cuatro meses dices ‘no soy capaz’. Ahora es lo que está pasando con las fases. La gente se ha dado cuenta de que es mucho tiempo hasta la ‘nueva normalidad’. Lo que requiere estar más tiempo en casa,

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