Las enfermedades circulatorias como la arteriosclerosis son actualmente una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo. Tristemente, en muchos casos se deben o se ven empeoradas por la adopción de malos hábitos y una buena parte de ellas podría ser evitada, por lo que es interesante comprender su naturaleza para poder orientarnos hacia estilos de vida más saludables.

La arteriosclerosis consiste, en esencia, en el endurecimiento de arterias de mediano y gran calibre. Este endurecimiento, a menudo, conlleva un estrechamiento (estenosis) que puede llegar a ocluir la vía, impidiendo así el flujo de sangre por la misma.

A menudo se confunde con la aterosclerosis, de grafía y significado similar, pero existe una distinción entre los dos términos. El último se refiere a una forma concreta (de hecho, la más común) de arteriosclerosis, causada por el depósito de lípidos (principalmente colesterol) en la pared interior de la arteria.

En el caso de la patología más amplia (arteriosclerosis), sus causas, además de la acumulación de colesterol como en el caso de la aterosclerosis, pueden incluir la presión arterial excesivamente elevada, los niveles demasiado altos de triglicéridos, el consumo de tabaco, la resistencia a la insulina, la diabetes, la obesidad y enfermedades inflamatorias como la artritis, el lupus, la psoriasis y la enfermedad intestinal inflamatoria.

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