En los últimos años se ha venido dedicando una cantidad considerable de recursos a nivel mundial a la investigación sobre el alzhéimer y en busca de posibles tratamientos o métodos preventivos. Como es lógico, recientemente este esfuerzo ha ido dando resultados muy prometedores.

La promesa de la inmunoterapia

Un ejemplo es el fármaco lecanemab de la farmacéutica japonesa Eisai y la estadounidense Biogen, que ha logrado en la última fase de su ensayo clínico frenar hasta un 27% el deterioro cognitivo en los pacientes con alzhéimer.

El lecanemab pertenece a una familia de fármacos, la inmunoterapia, que ha visto un gran crecimiento en los últimos años en áreas tan diversas como el cáncer, las enfermedades autoinmunes o, como en este caso, las enfermedades neurodegenerativas. En esencia, la inmunoterapia es un conjunto de estrategias que utilizan en propio sistema inmune del organismo (ya sea estimulándolo, modulándolo o reponiéndolo) para combatir el objetivo en cada caso.

Así, se trata de una versión humanizada (modificada para que se asemeje más a las moléculas presentes de manera natural en el cuerpo humano) del anticuerpo de ratón mAb158, capaz de reconocer las protofibrillas de proteína beta-amiloide y prevenir la formación de placas (una de las características distintivas del alzhéimer que se ha venido proponiendo como explicación de los principales síntomas,

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