En este momento circulan dos grandes ideas progresistas en Estados Unidos: el Nuevo Pacto Verde (NPV), relativa al cambio climático, y el “Medicare para todos”, sobre la reforma sanitaria. Ambas harían virar significativamente hacia la izquierda la política estadounidense. Las dos las promueve alguien que se autodenomina socialista: el Nuevo Pacto Verde, Alexandria Ocasio-Cortez; y Medicare para todos, Bernie Sanders. (Por supuesto, ninguno de ellos es socialista en el sentido tradicional). Ambas ideas no solo escandalizan a los conservadores, sino también a muchos que se autodenominan centristas.

Y sin embargo, aunque puedan parecer similares si son de los que piensan que todo se reduce a izquierda contra derecha, son muy distintas en otra dimensión, que podríamos denominar pureza frente a pragmatismo. Y esa diferencia es la razón por la que yo considero que los progresistas deberían asumir con entusiasmo el Nuevo Pacto Verde y mantenerse mucho más cautos respecto al Medicare para todos.

Verán, a pesar de su enorme ambición, se podría decir que el Nuevo Pacto Verde es un ejercicio de pragmatismo, al proponer que lo perfecto es enemigo de lo bueno.¿Qué es lo perfecto en este caso? Los puristas de la política climática se centran en la idea de establecer un impuesto sobre el carbono para desincentivar las emisiones de gases de invernadero, y dan la espalda a cualquier propuesta que no dé prioridad a ese impuesto.

¿Qué tiene de malo hacer del impuesto al carbono el elemento central de la política climática? Hay varios argumentos estrictamente económicos a favor de establecer un abanico de políticas públicas más amplio; por ejemplo, el apoyo del sector público puede ser crucial para el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas.

Sin embargo, más importante aún es la economía política. Un impuesto sobre el carbono perjudicaría a grupos significativos de personas, y no solo a multimillonarios de los combustibles fósiles como los hermanos Koch. En consecuencia, un impuesto sobre el carbono es, por sí mismo, el tipo de política coactiva que encanta a los tecnócratas pero que muchos ciudadanos de a pie odian, como ilustra lo que acaba de ocurrir en Francia,

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