Pocas situaciones se prestan más a la autoacrítica destructiva en un aeropuerto que llegar a la puerta de embarque segundos después del cierre. Da igual que el avión siga enganchado al finger, el acceso es ya infranqueable. El cóctel de vergüenza, sentimiento de culpa e irresponsabilidad aflora ante las miradas de superioridad de los otros pasajeros, quienes, dispuestos en filas, preparan su documentación para acceder al avión, ellos sí, a tiempo. Cuando la situación no está motivada por una causa de fuerza mayor, el escarmiento es aún más duro… y merecido. Aunque hay motivos para ser comprensivos con los impuntuales.
Nadie puede culparles de no querer estar demasiado tiempo en un aeropuerto, ya que antes de que a uno le dejen subirse a un tubo a 10.000 metros de altura, debe atravesar la realidad paralela de estas instalaciones, una experiencia marcada por colas, normas, búsqueda de información en pantallas que no se actualizan y avisos constantes por megafonía advirtiendo de la importancia de vigilar las pertenencias, porque los ladrones acechan. De hecho, todo ello genera tal ansiedad en algunas personas que las hace ser mucho más que puntuales.
Cuatro horas antes hasta para un vuelo de 40 minutos
Cuando el vuelo está programado a primera hora, muchos viajeros no pegarán ojo ante el riesgo de no oír el despertador y quedarse dormidos. Los «por si acaso» aumentan conforme se va pensando en situaciones como un atasco en la autopista o los trasbordos que requerirá el transporte público; si el mostrador para el check in estará hasta arriba o si tocará hacerlo a través de una máquina incomprensible… Los motivos detrás de tanta intranquilidad: el montante del billete sigue siendo una cantidad lo suficientemente respetable como para no despreocuparse y las sucesivas colas y controles, que son exasperantes. Cuantos menos riesgos, mejor.
De entre todos los viajeros puntuales destaca un grupo que despierta comentarios frecuentes en redes sociales e hilos de Forocoches: los que se sitúan en la puerta antes de que se inicie el embarque.